El concepto de "luz" es entendido prácticamente por todas las personas: lo asociamos al sol, a las lámparas y, ciertamente, a otros fenómenos menos terrenales. En un sentido más técnico, la luz es tan solo una fracción de lo que la ciencia llama "radiación electromagnética", lo cual tampoco es un concepto del todo ajeno, ya que tiene que ver con los rayos-X, las ondas de radio y las microondas.
Sin limitar el concepto de "luz" a aquello que nuestros ojos son capaces de ver, podemos decir que existen 3 tipos de luz: infrarroja, visible y ultravioleta. En esta ocasión, los invitamos a conocer algunos aspectos básicos de esta última clase de luz, que desde siempre ha tenido una relevancia en nuestra salud tanto porque sabemos que la radiación del sol puede provocarnos daños pero al mismo tiempo sabemos de los potenciales beneficios de un gentil baño de sol.
Recientemente, la luz ultravioleta ha adquirido una nueva dimensión en términos de salud porque tiene el potencial de producir atmósferas libres de virus y bacterias (sobre esto hablaremos en una próxima entrega). Por lo pronto, los invitamos a tener una breve introducción sobre la luz ultravioleta y cómo se relaciona con nuestro cuerpo.
Desde una perspectiva de prevención, es importante saber que existen formas de proteger nuestro cuerpo de los efectos nocivos que puede tener la luz ultravioleta. Algunas de las recomendaciones más básicas, son:
- Evitar exposiciones prolongadas al sol entre las 10 am y las 4 pm
- Usar protector solar de forma regular y sobre todo cuando la exposición al sol deba prolongarse
- Limitar los bronceados al mínimo posible
- Utilizar ropa que proteja las partes del cuerpo expuestas al sol
- Utilizar sombreros y lentes que puedan proteger del sol
- Emplear equipo de protección personal especializado cuando se trabaje con fuentes de luz UV-C
- Acudir al médico cuando haya indicios de daños en la piel
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